Mishima o el placer de morir

Estas vacaciones mi madre me recomendó leer «Mishima o el placer de morir» escrito por el psiquiatra español Juan Antonio Vallejo-Nájera. Es quizás una de las mejores biografías de Yukio Mishima (Autor de El rumor del oleaje o El mar de la fertilidad), y está escrita en nuestro idioma.

Yukio Mishima está considerado como uno de los mejores escritores de la historia, fue nominado tres veces al premio Nobel y no lo consiguió porque se suicidó con 45 años. La biografía de Vallejo-Nájera analiza la vida de Mishima, e intenta analizar qué pensaba el escritor y cómo fue preparándose para el suicidio durante más de dos décadas. Se suicidó en público siguiendo el ritual samurái seppuku (harakiri).

Yukio Mishima fue un genio escribiendo desde bien joven. A partir de los 20 años sus novelas comenzaron a tener éxito y pudo ganarse la vida escribiendo. Escribía novelas para el pueblo poco letrado para hacer dinero rápido y novelas para el pueblo culto, estas últimas son las que disfrutaba escribiendo. Pero al poco tiempo se dio cuenta cuenta de que las novelas para «el pueblo culto», escritas en un japonés difícil y con argumentos mucho más complicados, eran las que más gustaban al público en general. Yukio era un joven enclenque, con poco cuerpo, de él se reían en la escuela e instituto. A partir de los 30 años decidió cultivar su cuerpo, hacer deporte e intentar crear un cuerpo perfecto. Estuvo haciendo pesas tres veces a la semana durante los últimos 15 años de su vida, consiguió un cuerpo tan musculoso que su foto se utilizó incluso para ilustrar un artículo sobre el culturismo en una enciclopedia. También fue un gran campeón de kendo.

Además de practicar deporte a nivel profesional y escribir novelas, también fue actor en varias películas donde lucía su cuerpo y escribió obras de teatro kabuki y noh. Escribir obras de kabuki, parece ser que es un arte tan complicado que desde que murió Yukio Mishima nadie a podido volver a escribir obras nuevas de este estilo de teatro tradicional japonés. También tenía su propio «ejército», que llegó a tener 90 soldados.

Yukio Mishima
Yukio Mishima con algunos de los soldados más fieles de su ejército personal.

Durante los últimos años de su vida escribió El mar de la fertilidad, un libro de cuatro volúmenes considerado como su obra maestra. Durante esos años esperaba ansiosamente a que le dieran el premio Nobel, el día de la entrega del premio, siempre se vestía y se preparaba para salir a hablar a los medios. Las dos primeras veces que le nominaron perdió ante autores extranjeros, pero la tercera vez fue vencido por el japonés Kawabata. El que había sido su mentor y gran amigo desde que era un adolescente. Nada más enterarse de que había perdido el Nobel, llamó antes que nadie a Kawabata para darle la buena noticia y viajó antes que nadie hasta la casa de su profesor en Kamakura para felicitarle en persona. Kawabata, al ganar el Nobel, dijo que Yukio Mishima era mejor que él escribiendo, dijo que era uno de esos genios de las letras que sólo aparecen una vez cada varios cientos de años.

Yukio Mishima quería morir con el cuerpo perfecto (Antes de que envejeciera) después de ganar el premio Nobel y restaurar el poder divino del emperador para devolver los valores tradicionales que había perdido Japón después de la restauración Meiji y la guerra. Al ver que el Nobel se lo daban a Kawabata y tendría que esperar varios años para que se lo dieran otra vez a un japonés decidió que no valía la pena esperar, el cuerpo «perfecto» lo consiguió y su deseo de restaurar la divinad del emperador lo comunicó justo antes de morir.

Yukio Mishima
Mishima luciendo su cuerpo y su katana más preciada.

Durante su última semana abrió una exposición en Tokyo con fotos se centraban en mostrar la belleza de su cuerpo. El último día de su vida entregó las últimas páginas de su último libro. Después de entregar esas últimas páginas acudió junto con varios miembros de su ejército personal, a la base principal del ejército(Fuerzas de autodefensa) del este de Japón. Ataron al comandante de mayor rango a una silla, y después de leer unas palabras declarando que el emperador debería volver a ser el alma gobernante del país. A continuación Mishima se arrodilló en el suelo y se suicidó siguiendo el ritual «seppuku» usando una katana histórica que se forjó hace más de 400 años. Según el ritual «seppuku» tienes que rajarte el vientre con una katana o wakizashi intentando no dañar tus órganos internos de forma que los intestinos salgan fuera de tu cuerpo antes de morir. A continuación se suicidaron otros miembros de su ejército, al final quedaron tres vivos. Estos tres miembros a los que les había tocado el gran «esfuerzo» de no poder suicidarse serían los encargados de explicar los hechos a los tribunales. Mishima fue tan considerado, que incluso les dejó dinero para poderse costear los juicios, aún así pasaron unos años en la cárcel.

Sólo os lo he contado por encima, el libro «Mishima o el placer de morir» lo explica todo con gran detalle y te das cuenta de hasta que punto lo tenía todo calculado para que su suicidio ritual en público se convirtiera en una leyenda.

Empujadores

¡Feliz año a todos y espero que hayáis pasado unas felices fiestas! A mi se me acabaron hoy las vacaciones después de pasar unas semanas con família y amigos por el norte de España.

Hoy voy a hablar un poco de uno de los grandes mitos de los trenes en Japón, el de los «empujadores» (Quizás se trate de un trabajo inútil). Son empleados de estación con guantes blancos que se encargan de empujar, y apretujar a los últimos pasajeros del tren de forma que se puedan cerrar las puertas. Los veréis mejor con este vídeo:

El caso es que yo solo he visto a los famosos «empujadores» una vez en los más de 3 años que llevo por estas tierras. No os penséis que esto ocurre siempre y en cualquier lugar de Japón. Si queréis presenciarlo deberéis ir a las estaciones principales de las líneas Keio o Marunouchi en Tokyo entre las ocho y las nueve de la mañana un día entre semana.

Empujadores
Esta es una señal que llama a la colaboración de los pasajeros para que no sean necesarios los «empujadores».

Aunque ver a los famosos «empujadores» es muy difícil, si que es fácil ver trenes atestados de gente, o tener que sufrir en tus carnes viajar en un vagón como si fueras una sardina enlatada. No sorprende mucho si tenemos en cuenta que las líneas de metro y tren de Tokyo y alrededores mueve más de 40 millones de pasajeros cada día. Sólo la línea Yamanote mueve tantos pasajeros al día como todas las líneas de metro de New York.