Sato-chan, la mascota de una farmacéutica

Sato-chan es la mascota oficial de Sato Pharmaceutical, una de las farmacéuticas más grandes de Japón. Si viajáis por Japón y necesitáis encontrar una farmacia, reconociendo a Sato-chan es una de las formas de encontrar una farmacia, también sabiéndose el kanji de medicina kusuri 薬.

Sato-chan es un elefante indio (representando la larga vida) creado a finales de los años 50 y que se extendió en forma de monigote-estatua por muchas farmacias de Japón. Las estatuas son tan populares que algunas tienen cadenas porque las roban, las que tienen diseños de los años 70 son especialmente valiosas porque parece ser que ya no las hacen igual.

Sato-chan también tiene una hermana que se llama Satoko-chan (de color rosa), pero es menos común y más difícil de encontrar. He empezado a coleccionar fotos de Sato-chan y Satoko-chan, estas son las que he conseguido hasta ahora.

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Afeitándose en el tren

Se ve mucho a chicas maquillándose en trenes usando espejos y todo tipo de artilugios como si el vagón fuera un extensión de su cuarto de baño, pero ver a un salaryman afeitándose es algo nuevo para mi. Lo de que los trenes son la segunda casa de los tokiotas a veces es demasiado literal…

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Centenaria rompe el récord de los 1500 metros nadando

Mieko Nagaoka, una señora de 100 años, rompió el record mundial de los 1500 metros nadando (Categoría de 100 a 104 años). Nagaoka empezó a nadar cuando tenía 80 años para recuperarse de una lesión en la rodilla. Se convirtió en su hobby y después de 20 años sigue nadando cada día.

«Quiero nadar hasta que cumpla los 105, si vivo hasta entonces»
“I want to swim until I turn 105 if I can live that long,”

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Japón es el país con mayor número de centenarios por habitante.

Via Japan Times

Libro encontrado en una cafetería de Setagaya

El otro día estaba dando uno de mis paseos sin rumbo por Setagaya, una zona residencial de Tokio con muchas zonas verdes. Me gusta perderme por las callejuelas del barrio donde vivió Akira Kurosawa y encontrar nuevos rincones de Tokio.

Entré en una cafetería a recuperar fuerzas. Nada más entrar, mis ojos fueron a parar a un póster de Pulp Fiction. Menos de un segundo después, mi instinto llevó mi vista a la esquina junto a la ventana donde tenían expuesto uno de mis libros detrás de un Gremlin.

«¿Porqué tienes este libro aquí?» le pregunté al camarero. «Últimamente vienen muchos extranjeros por aquí» me contestó.

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