Entrevista a Andrés Pascual, El haiku de las palabras perdidas

Hace unos meses conocí a Andrés Pascual por twitter (@andres_pascual) y al poco terminé leyendo su última novela: “El haiku de las palabras perdidas”. Me la leí en un fin de semana de relax y me encantó. Para los que amamos Japón es una novela imprescindible.

Haiku de las palabras perdidas
La portada de “El haiku de las palabras perdidas” de Andrés Pascual

A continuación una pequeña entrevista a Andrés (No contiene spoilers) en la que nos cuenta un poco lo que le llevó a empezar a escribir novelas y cómo surgió la idea de “El haiku de las palabras perdidas”.

¿Por qué escribes novelas?
Todo comenzó con un viaje al Tíbet, allá por el 2001. Encontré tanta magia y épica que me lancé sin red a mi primera aventura literaria: “El guardián de la flor de loto”. Aunque la pasión me viene de familia. Mi abuelo paterno escribía unos tratados de ortografía llamados “Mis dictados”, que fueron libro de texto en España durante cuarenta años. Fue él quien me inculcó el amor por la lectura y la escritura.

¿Por qué decidiste viajar a Japón? ¿Qué te llevó a escribir una novela ambientada en este país?
Como digo en la nota de autor que encabeza la novela, no sé desde cuando me fascina Japón. Es como estar enamorado, de repente no concibes tu vida sin el otro, aunque lo acabes de conocer. Por eso decidí pasar allí el verano de 2009, y aprovechar una nueva oportunidad de fundir el viajé físico con un viaje literario… que finalmente se convirtió en un viaje vital, iniciático. Fui buscando una historia que contar pero encontré mucho más que eso. La lejana galaxia del sol naciente me ha brindado una nueva forma de contemplar mi propia realidad. Su cultura está llena de perlas que mejoran el alma y la vida del occidental que se sumerge en ella.

Haiku de las palabras perdidas
Andrés descubriendo Japón.

En «El Haiku de las palabras perdidas» las localizaciones principales en Japón son Nagasaki, Tokio y Karuizawa. Nagasaki y Karuizawa no son destinos muy habituales para un primer viaje por Japón, ¿Qué te llevo a visitarlos?

De Karuizawa me hablaron en Tsumago. Estaba conociendo la ruta del correo y una tokiota me contó lo que había ocurrido allí durante la guerra, cuando toda la ciudad fue convertida en cárcel para diplomáticos extranjeros. Desde el primer momento me pareció un escenario ideal para la novela, en cuyas páginas conviven personajes japoneses y occidentales. A Nagasaki llegué de forma intuitiva. Quería documentarme sobre la tragedia atómica y la escogí antes que Hiroshima porque me pareció que era la eterna olvidada. Fue la segunda en estallar y, afortunadamente, su orografía hizo que hubiera muchos supervivientes… al menos hasta que la radiactividad comenzó a matar de forma sádica y silenciosa. Me pareció que albergaba un sobrecogedor drama humano: los supervivientes estaban obligados a superar el más duro de los retos, que era seguir viviendo después de lo que había ocurrido. Habían perdido a sus seres queridos, sus casas, incluso sus fotografías y sus viejos kimonos. Tenían que vivir sin pasado ni futuro, y aprendieron a hacerlo.

¿Qué te cautivó de estos lugares?
En el caso concreto de Nagasaki, desde que comencé a escuchar las grabaciones con los testimonios de los supervivientes en el Museo de la Bomba Atómica supe que tenía que escribir sobre lo que había ocurrido allí. Apenas sabemos nada sobre los días que siguieron al estallido de la bomba atómica, y mucho menos sobre la admirable reacción del pueblo japonés ante una tragedia semejante. Comprendí que los japoneses actúan como una piña, pero no por mera solidaridad, sino porque creen en el hermanamiento de todas las almas. Dejan de lado el propio ego y superan cualquier tragedia con una dignidad que corta la respiración. Sentí la obligación de contar una historia bañada por esa atmósfera.

Haiku de las palabras perdidas

¿Lo que más te gusto de Japón? ¿Lo que menos?
Lo que más… Desde que bajé del avión comencé a escuchar ecos de viejos templos y eslóganes publicitarios que me mostraban un Japón fascinante. En cada rincón se percibe un perfecto equilibrio entre tradición y modernidad. Me di cuenta de que no era ni el de los recios samuráis, ni el de los neones de Tokio. Más bien se trataba de una mezcla delicada y armónica, un brebaje alquímico que me transportaba a un universo que quería explorar, sobre el que necesitaba escribir. Y, cómo no, me entusiasma la comida. Desde el primer momento me hechizó por su delicadeza y su limpieza… Todo Japón es así, delicado y limpio. Y lo que menos me gustó… ¿De verdad crees que hay algo que no me gustó?

Cuéntanos una anécdota de tu viaje
¡Hay mil anécdotas, como en todos los viajes! Risas por la dificultad de comunicación, por ese impulso de los nipones a no defraudarte, que prefieren mandarte al otro lado de la ciudad antes que confesarte que no saben indicarte cómo llegar a tu riokan… Recuerdo una noche en Usuki, la patria del fugu, el pez globo. Yo quería probarlo a toda costa, pero no encontrábamos en todo el pueblo, que estaba casi desierto, una sola persona que hablara inglés. Y tenía miedo de que me explicaran algo importantísimo sobre cómo comerlo, no entenderles y morir allí mismo, sobre el plato… El caso es que tengo que volver, porque no tuve agallas, nunca mejor dicho.

¿Cuando vuelves Japón, y qué planes tienes?
El 5 de Abril presentaré la novela en el Instituto Cervantes de Tokio. Para mí es todo un honor. Desde el primer momento me he sentido muy apoyado, incluso por la Embajada de Japón en España, cuyos responsables me acompañaron a la presentación del libro a la prensa. En esta nueva visita a Japón espero pasear con tranquilidad por los escenarios que escogí para la novela. Más que descubrir cosas nuevas, lo que de verdad me apetece es volver a caminar por las mismas aceras y parques por los que han caminado mis personajes durante los dos años que me ha llevado escribir “El haiku de las palabras perdidas”. Quiero fundirme definitivamente con ellos. Como dice Murakami en sus novelas, vivimos en una suerte de universos paralelos y depende de nosotros por cual queremos volar. Yo quiero seguir volando una temporada por este mundo nipón, mezcla de ficción y realidad, que me está haciendo tan feliz.

Nagasaki, Agosto de 1945: Kazuo, un muchacho occidental afincado en Japón, y Junko, la bella hija de una diseñadora de arreglos florales, han acordado encontrarse en una colina para sellar su amor adolescente con un haiku que esconde un secreto sobre su relación. Minutos antes de que llegue la hora de la cita, la bomba atómica convierte la ciudad en el peor de los infiernos.

Tokio, Agosto de 2010: Emilian Zäch, un arquitecto suizo, asesor de Naciones Unidas y defensor de la energía nuclear, cuya vida está desmoronándose, conoce a una galerista de arte japonesa obsesionada con encontrar al antiguo amor de un familiar.

A través de estas dos historias paralelas y de su sorprendente encuentro final, Andrés Pascual teje una conmovedora trama sobre la importancia de asimilar las tragedias del pasado para afrontar los retos del presente y escribir nuestro propio destino. Un estremecedor canto a la paz, la espiritualidad y el amo.

Podéis empezar leyendo el primer capítulo online.

Andrés Pascual ha vendido un cuarto de millón de ejemplares de sus novelas, las cuales están siendo traducidas a ocho idiomas.
Su ópera prima, “El guardián de la flor de loto”, está siendo adaptada a guión cinematográfico por una productora de Hollywood. Con la segunda, “El compositor de tormentas”, fue finalista en el VIII Premio de Novela Ciudad de Torrevieja. “El haiku de las palabras perdidas”, su nueva novela, ya lleva 30.000 ejemplares vendidos y se está traduciendo en varios países. Con ocasión del próximo aniversario del terrible terremoto y tsunami que asoló Japón, ha sido invitado a presentarla en el Instituto Cervantes de Tokio. Inspirada por el espíritu de superación del pueblo nipón ante el desastre de Nagasaki, y con el debate nuclear como eje de la trama, alberga un mensaje completamente extrapolable a lo acontecido hace doce meses.

Podéis seguir leyendo sobre Andrés Pascual y sus novelas en su web Andrespascual.com

Cubrirse el cuerpo de pinzas para conseguir 1000 retweets

El presidente de una pequeña empresa de desarrollo web llamada Omocoro retó a uno de sus empleados, el señor Sebuyama, a conseguir más de 1.000 retweets con su cuenta personal de 2000 followers. Le puso sólo dos condiciones: no podía decir a sus followers que era un experimento y no se podía ir a casa a dormir hasta que consiguiera los 1000 retweets. El propósito del experimento sería entender mejor el ecosistema de Twitter y saber qué tipo de tweets consiguen más retweets.

Sebuyama
Sebuyama empezando el experimento de los 100

Sebuyama pasó la noche en la oficina twitteando diferentes cosas y viendo como reaccionaban los followers. Curiosamente en uno de los tweets que más retweets consiguió (Algo más de 50) simplemente pedía a los followers que le retweetearan. Al cabo de unas horas llegó incluso a subir fotos desnudo consiguiendo apenas dos o tres retweets… parece que nadie quiere retweetar fotos de hombres desnudos.

El tweet que lo cambió todo fue este:

Por cada retweet me voy a poner una pinza en el cuerpo y subiré una foto.

¡Se quedó dormido y al cabo de unas horas tenía 1815 retweets!

Sebuyama

¡Todo el mundo quería ver a @sebuyama cubierto de pinzas! Más que Twitter, Internet, nuevas tecnologias y bla bla bla, lo que hay que entender realmente es la psicología humana. ¡Ver a Sebuyama desnudo nadie lo quería, pero verle desnudo cubierto de pinzas sí! ¿Porqué? ¿Nos gusta por naturaleza ver a alguien siendo humillado de forma cómica?

Sebuyama

Sebuyama

Sebuyama

Sebuyama se pudo ir a casa y para terminar escribió un informe completo para su jefe explicando la forma de conseguir muchos retweets que acababa de descubrir (En japonés, incluye fotos de Sebuyama desnudo).

11 meses después

Ya pasaron 11 meses desde el terremoto, tsunami y crisis nuclear (Que todavía no ha terminado) en la zona de Tohoku. Estas son algunas fotos que muestran los avances en la reconstrucción.

Esta primera foto es una de las que más vueltas dio al mundo en su momento. El fotógrafo Yukio Sugimoto volvió al mismo lugar y esta vez pudo tomar una foto de la mujer con su hijo de cinco años sonriendo.

Tohoku
Se puede apreciar que es exactamente el mismo lugar por el semáforo y los árboles del fondo.

Tohoku

Tohoku

Tohoku

Tohoku

Tohoku

Tohoku

Fuente: NationalPost, vía @aasiain.