El templo de los 47 rōnin – Sengakuji

—Héctor… ¿te vienes a visitar el templo de los 47 rōnin? —me preguntó Toga.
—Vale, ¿Cuando?
—Pero me tienes que ayudar a sacar fotos —dijo Toga sin responder a mi pregunta—. Mi abuelo, que está enfermo y ya no puede caminar, me ha enviado una carta pidiéndome una foto de cada una de las tumbas de los rōnin.

Dos fines de semana más tarde quedamos Toga, Mizuho, Xavi y yo en la estación de Shinagawa. Nada más vernos, Toga abrió su mochila y sacó unas manzanas enormes.

—Son de Toyama, la tierra de mi abuelo. Dicen que son las mejores de Japón —dijo Toga—. Es un regalo de mi abuelo por ayudarle a cumplir su sueño de ver todas las tumbas antes de morir.

Xavi, Mizuho y yo aceptamos como regalo manzanas esplendorosas y de color reluciente.

Después de veinte minutos de caminata, llegamos a Sengaku-ji (泉岳寺). Es un templo pequeñito escondido en la masa de edificios tokiotas, que pasaría desapercibido si no fuera por el histórico Incidente de Akō que sucedió en su recinto en el siglo XVIII.

La parte más visitada es la del cementerio, donde están las 47 tumbas. La más grande de todas es la de Asano Nagamori, quien fue condenado a cometer suicidio ritual seppuku porque rompió el protocolo que prohibía desenvainar espadas dentro del castillo de Edo. Nadie sabe muy bien la razón exacta, pero parece ser que fue un insulto de Kira Yoshinaka lo que cabreó a Asano Nagamura lo suficiente como para sacar la katana dispuesto a matarle, pero no lo consiguió. El cabreó le costó la vida.

Escena en la que se ve a Asano Nagamura con la katana desenvainada dispuesto a matar Kira Yoshinaka dentro del recinto del castillo Edo.

Entrada al templo de Sengaku-ji (泉岳寺)

La zona principal del templo no es muy diferente a cualquier otro templo budista Sōtō Zen, hicimos algunas fotos y avanzamos enseguida hacia el cementerio. La primera pista de que nos acercábamos a las tumbas legendarias fue cuando nos topamos con un árbol ciruelo y una roca con un cartel explicando que tanto el tronco como la roca fueron manchadas por la sangre del seppuku de Asano Nagamura.

Ciruelo a la izquierda y roca a la derecha que fueron manchadas por la sangre de Asano Nagamura

Después de que Asano Nagamura cumpliera con la ley suicidándose, los 47 soldados que habían estado a su cargo pasaron a ser rōnin. Pero no se olvidaron de su maestro, liderados por Ōishi Yoshio decidieron vengarse. Después de mucha planificación decidieron asaltar la casa donde vivía Kira Yoshinaka y lo asesinaron.

Estatua de Ōishi Yoshio, el líder de los 47 rōnin que asesinaron a Kira Yoshinaka para vengar a su maestro.

Después de matar a Kira Yoshinaka llevaron su cabeza hasta el templo de Sengakuji. Una vez allí lavaron la cabeza en esta fuente:

Después de lavarla la llevaron frente a la tumba de su maestro Asano Nagamura para mostrarle que su muerte había sido vengada.

Esto de andar con la cabeza de Kira de arriba a abajo puede resultar bastante macabro e incluso algunos podrían decir que es producto de la imaginación y la leyenda, ya que todo sucedió hace más de 300 años y son centenares las obras de teatro, novelas y películas que han surgido basados en la venganza de los 47 rōnin. Pero nada más potente y con sabor a realidad que encontrarnos en el templo con este «Recibo de cabeza» firmado por el jefe del Sengakuji en aquella época:


En este recibo del templo de Sengakuji pone «Hemos recibido una cabeza y una carta de parte de Oishi».

Después de lavar la cabeza, presentarla ante la tumba de su maestro y donarla al templo. Los 47 rōnin no intentaron escapar, todo lo contrario. Se entregaron voluntariamente a las autoridades y fueron condenados a suicidarse siguiendo el ritual del seppuku.

Tras morir fueron enterrados junto a su maestro Asano Nagamori.

En primer plano dos de las tumbas de los 47 rōnin, en segundo plano, la tumba de su maestro Asano Nagamori

Los 47 rōnin están considerados como criminales, pero a la vez son admirados por su gishi (lealtad) y su rectitud a la hora de seguir los ideales de la época. En esta carta del Emperador Meiji dirigida al templo de Sengakuji, además de comunicar que la capital cambia de Kioto a Tokio, también alaba a los 47 rōnin como ejemplos de lealtad a pesar de ser criminales.

Carta imperial

Después de disfrutar con la calma de la visita, Toga y yo nos pusimos manos a la obra y sacamos una foto de da una de las tumbas. Más tarde, Toga las imprimió y las envió por carta a la casa de su familia en Toyama.

El deseo del abuelo de Toga se cumplió, ya tiene las fotos, pero todavía me pregunto: ¿Porqué, estando ya cerca del final de su vida, tiene tal interés en las tumbas de los rōnin?

PD: las manzanas de Toyama estaban deliciosas.

Esta es la tumba de la mujer de Asano que también está en el mismo cementerio.

Esta «caja para escribir» que tenían expuesta al lado de la carta imperial me pareció curiosa. Un antecesor de nos ordenadores portátiles o smartphones 😉