Empecé a releer De qué hablo cuando hablo de correr (Esta vez en español, gracias a la traducción de Tusquets Editores), empecé con ganas y pensaba terminarlo de un tirón pero lo dejé cuando leí este párrafo:
… regentaba algo parecido a un club de jazz cerca de la estación de Sendagaya, en Tokio. No era en absoluto un local grande, pero tampoco era tan pequeño. Lo justo para que cupieran un piano de cola y un quinteto. Durante el día servíamos cafés y por las noches se transformaba en bar. También servíamos alguna cosilla de comer y, los fines de semana, programábamos alguna actuación en vivo. Como en aquella época este tipo de establecimientos todavía eran inusuales, acudían clientes y el negocio iba tirando.
Cuando terminé de leer este párrafo se me cruzaron los cables y decidí salir a buscar el lugar en el que Haruki Murakami regentaba un club de jazz a finales de los años 70 antes de convertirse en escritor de novelas. La única pista con la que salí de casa es que el club estaba cerca de la estación de Sendagaya. No me apetecía cargar con mucho peso así que me metí la Canon S90 en el bolsillo y salí a la aventura.
Callejeando por Sendagaya me encontré con este sento (baños públicos de aguas termales) con aspecto de llevar muchos años en activo, es probable que supieran algo sobre Murakami así que decidí entrar a preguntar. Una abuelita me recibió con una sonrisa, le pregunté sobre el club de jazz de Murakami. Se puso a hablarme sobre lo bien que se vivía en el barrio en los viejos tiempos pero que no sabía nada del club de jazz aunque había oído hablar bastante de él.
Seguí caminando sin rumbo, crucé un pequeño templo lleno de cerezos en flor.
Al cabo de un rato encontré esta librería, también con aspecto de llevar muchos años en actividad. «¡Seguro que si Murakami trabajó y vivió por aquí estuvo en esta librería!» pensé con emoción. Entre a preguntar, esta vez fue un hombre de unos cincuenta y pico años, con cara de pocos amigos el que me atendió. Cuando le pregunté sobre Haruki Murakami cambió la expresión de su cara, le brillaron los ojos y me empezó a contar cosas. Resulta que efectivamente, Haruki Murakami había estado varias veces en la librería hojeando y comprando libros durante la época en la que regentaba su club de jazz.
El señor salió conmigo hasta la calle y me indicó el edificio exacto en el que antiguamente estaba el local de Murakami. ¡Conseguido! La decepción fue ver que ya no era un bar de jazz sino un restaurante-cafetería.

El mítico club de jazz de Haruki Murakami y su mujer estaba en la primera planta de este edificio.
No se porque pero siempre imaginé que el club de jazz de Murakami estaba en un sótano, pero resulta que estaba en una primera planta. Aquí es donde mientras trabajaba en su propio negocio, durante su poco tiempo libre, Murakami escribió su primera novela 風の歌を聴け / Kaze no uta o kike / Hear the Wind Sing y su segunda novela Pinball. En palabras de Murakami, así es como empezó su vida como escritor:
… fui a la librería Kinokuniya en Shinjuku y me compré un paquete de folios con cuadrícula y una pluma Sailor de unos mil yenes. Fue una inversión de capital muy modesta.
En cuanto encontraba un hueco en el trabajo, fuera una hora o treinta minutos, me enfrentaba al papel y, cansado como estaba, hacía correr por él la pluma como si compitiera contra el tiempo, así que me costaba mucho concentrarme. Trabajando de aquella forma tan desordenada, aunque consiguiera escribir algo en cierta medida interesante o novedoso, no era capaz de escribir una novela profunda, algo con auténtica enjundia.

Detalle del local actual, no pude entrar porque estaba cerrado. Ya tengo una razón para volver.
A la vuelta a casa me encontré con este lindo gatito que parecía salido de Kafka on the shore.
