Palacio Imperial de Kioto

El Palacio Imperial de Kioto (京都御所, Kyōto Gosho) fue la residencia oficial de la familia imperial hasta el año 1869, momento en el que la capital de Japón cambió de Kioto a Tokio. El palacio está rodeado por una zona de jardines enorme (1300 metros de largo y 700 de ancho) por donde es un placer pasear. En la antigüedad todo el recinto estaba amurallado y en su interior además de la familia imperial también vivían familias nobles (Los Fujiwara y los Saito).

Hoy en día casi todas las zonas del Palacio Imperial de Kioto pueden ser visitadas pero todavía hay algunos lugares que están cerrados y solo se abren cuando hay ceremonias de coronación de nuevos emperadores. El Shishinden (紫宸殿) es el nombre del pabellón donde se celebra la coronación:

Frente al pabellón Shishinden hay una gran zona de grava, es un espacio vacío diseñado siguiendo los principios del sintoísmo en los que «la nada» es casi o más importante que «el algo». Para acceder al Shishinden hay 19 escalones, el número que se supone que te da acceso al cielo.

A ambos lados de las escaleras hay dos árboles. El árbol de la izquierda es un cerezo llamado “Sakon-no-sakura”, y el de la derecha es un tachibana llamado “Ukon-no-tachibana”.


Este es también el shishinden pero visto desde otra localización.

El Palacio Imperial de Kioto que está en pie hoy en día fue construido siguiendo los planos originales del anterior Palacio de Heian (Que ya no existe). Ya en la época del Palacio de Heian había un lugar exacto donde estaban ambos árboles.

Heian
Este es el mapa del Palacio de Heian, anterior al actual Palacio Imperial de Kioto.

La leyenda cuenta que poco después de que el Emperador Kanmu empezara a vivir en el Palacio de Heian (Entre el año 781 y el 806) decidió plantar los dos árboles al lado del Shishinden. Cuando murió, 40 años después, el siguiente emperador estaba celebrando un banquete y en un momento de alegría agarró unas flores de los árboles y con ellas decoró el pelo del príncipe heredero. Aquella escena se quedó grabada en los asistentes del banquete y con el paso del tiempo los dos árboles pasaron a ser sagrados.

Aunque la ciudad ha sido destruida varias veces, una de las constantes en Kioto han sido los dos árboles que el Emperador Kanmu decidió plantar. Cada vez que mueren son replantados en el mismo lugar.

Tiempo de visita recomendado: medio día e incluso un día entero. Una buena idea es comer de picnic en la zona de los jardines, en la época del sakura es especialmente bello.

Precio de la entrada: gratis.

Horario: de 9:00 de la mañana a 17:00 de la tarde, como casi todo en Japón.

El puente que cruza la Luna

El puente de Togetsu (En japonés escrito con los caracteres 渡月橋: cruzar, luna, puente) es uno de los más emblemáticos de Kioto. Con sus 155 metros de longitud fue construido por primera vez en el siglo IX para cruzar el rio Katsura hacia el monte de Arashiyama. Aunque se ha reconstruido y restaurado varias veces, la versión actual sigue en el mismo emplazamiento que el original.

Cruzar el puente y pasear por la vera del rio es un placer que disfrutaron incluso los emperadores del antiguo Japón. Fue el Emperador Kameyama en el siglo XII el que le puso el nombre al puente. Estaba paseando en barco por la noche y embelesado por la belleza del momento declaró: «Parece que el puente esté cruzando la luna».

Dicen que los niños y niñas tienen que cruzar el puente sin mirar atrás en ningún momento, si ignoran esta instrucción les traerá mala suerte. Me pregunto si Ghibli se inspiró en este puente para El Viaje de Chihiro.

Prohibido tocar las geishas

El sábado estuve paseando por Kioto y me topé con esta señal que indica visualmente varias prohibiciones curiosas: no tocar geishas/maikos, no apoyarse en barandillas, no comer, no fumar, no tirar basura y por supuesto no usar selfie-sticks.

geishas

Pero como nadie prohíbe sacar fotos, saqué la cámara y capturé este par de momentos que en ningún otro lugar del mundo habría podido conseguir.

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Anotaciones relacionadas:

Arashiyama Sagano

Son muchas las veces que estuve en Kioto paseándome por sus avenidas, callejones y templos, pero por alguna extraña razón hasta hace dos semanas nunca había visitado la zona de Arashiyama y Sagano. Fue un paseo espléndido, incluso bajo de la lluvia del tifón que se paseaba por los cielos de Japón ese día.

Cruzamos un bosque de bambú escuchando al viento abrirse paso entre miles de cañas de varias decenas de metros, tomamos el té en la casa del que fue un gran actor de cine japonés a principios del siglo pasado, nos perdimos por escaleras de templos que cada vez se encaramaban más en las ladera de la montaña, nos refugiamos en una tienda de souvenirs cuando empezó a llover con fuerza y cruzamos el templo de Tenryu-ji donde lo más bello son el jardín y el estanque que se esconden tras el honden (Edificio principal).

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Arashiyama Sagano

Bamboo forest

Subiendo escaleras

Arashiyama Sagano
Matcha y un dulce para recuperar fuerzas a mitad del día.

La mejor forma de llegar a la zona es con la línea Sagano de JR desde la estación de Kioto hasta la estación Saga Arashiyama, se llega en 15 minutos.

Ryoan-ji – 龍安寺

El templo Zen Ryoan-ji es un templo de Kyoto famoso por la belleza de su jardín seco que dicen que produce tranquilidad y paz en aquellos que lo contemplan.

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En total hay 15 piedras dispuestas 3 grandes grupos de forma que solo se pueden ver todas las piedras desde un punto. El conjunto hace que los ojos se fijen primero en el grupo de más a la izquierda y vaya fluyendo poco a poco a las piedras más bajas del centro terminando en el conjunto más voluminoso de la derecha del todo. Para poder ver todas las piedras a la vez tenéis que colocaros a la derecha del todo.

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Estoy justo en punto desde el cual se pueden divisar las 15 piedras.

El gran misterio de este pequeño jardín es que nadie conoce su significado, ni la razón por la que evoca tal tranquilidad y paz al visitante. Se desconoce quien lo diseñó, y tampoco se sabé cual era su intención o que procedimiento siguió. Entre las interpretaciones tradicionales hay una que dice que las piedras forma la figura de un tigre cruzando un río, otras dicen que son montañas chinas que sobresalen en un mar de nubes etc. Pero resulta que todas estas interpretaciones van por mal camino, el Zen pone énfasis en el vacío, en la nada.

«-¿Qué es lo que hace tan especial el jardín de Ryoanji?
-Los espacios entre las rocas» – Alan Booth

En el 2002, unos científicos de la Universidad de Kyoto utilizaron ordenadores para buscar formas usando la disposición de las zonas vacías del jardín en vez de la disposición de las piedras. El resultado es que encontraron el patrón de un árbol escondido dentro de la estructura del jardín. Dicen que por eso es tan placentero presenciar el jardín, nuestro subconsiciente capta el patrón del árbol sin que lo notemos.

El mismo equipo de investigación probó moviendo algunas piedras de forma aleatoria y vieron que enseguida se perdía la armonía de la configuración inicial. Por ello creen que la construcción del jardín está muy bien pensada y no es un acto de la casualidad.

Los investigadores de la Universidad de Kyoto aplicaron el algoritmo de Voronoi, que busca los puntos más lejanos a todas las piedras. Es decir, el algoritmo busca las zonas «más vacías» y las marca con líneas. Al unir todas estas líneas obtenidas por el algoritmo, apareció la forma de un árbol cuyas ramas convergían justo en el centro del punto donde se supone que los monjes tienen que practicar la meditación.

En la siguiente imagen las líneas negras son las obtenidas por el algoritmo. El rectángulo azul marca el jardín seco. El rectángulo rojo marca la zona central del templo. El punto rojo es donde convergen todas las ramas que se generan en los vacíos del jardín, y donde se supone que obtenemos la visión más bella. El punto verde es desde donde puedes ver las 15 piedras.

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Gráfico extraído y modificado de aquí.

Parece ser que las matemáticas nos dan alguna de las claves de la belleza del jardín. Lo interesante es que el monje que diseñó la posición de las piedras hace más de 500 años no tenía ordenadores, probablemente no sabía mucho de matemáticas y por supuesto no conocía el algoritmo de Voronoi. Pero llegó a la conclusión de que aquella era la disposición ideal. Los científicos conjeturan que a través de la meditanción Zen la mente puede llegar a encontrar patrones en el subconsciente y llevarlos a la zona consciente que de otra forma no se podrían descubrir.

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Foto a alta resolución

No había artículo sobre en la wikipedia española así que he creado el artículo con todo lo escrito aquí y algunas cosillas más.