Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 1

Trabajo en la planta 11 de un edificio de 12 plantas construído por Shimizu Corporation en el 2009, se supone que está preparando para resistir temblores muy fuertes. Shimizu Corporation es uno de los líderes mundiales en construcciones resistentes a terremotos.

Our company's new building @ Daikanyama Tokyo
Estaba en la planta 11 de este edificio trabajando.

Estábamos en una sala de reuniones en la planta 11, normalmente terminamos la reunión semanal de los viernes a las 15:00, pero ayer a las 14:40 ya habíamos acabado. Vuelvo con el ordenador a mi puesto que está junto las paredes acristaladas con estas vistas:

View from my desk

Me siento mirando hacia la inmensidad de Tokio tomándome un respiro después de la reunión. De repente noto como que me mareo, pero no soy yo, nos estamos moviendo, es un terremoto. Mi silla se empieza a mover poco a poco, suavemente. Miro hacia atrás y los monitores y escritorios de todos se mueven. No nos asustamos, se supone que estamos acostumbrados los terremotos, todos esperamos a que pare. Normalmente después de unos momentos de meneo todo vuelve a la normalidad. Pero esta vez después de unos 30 segundos de temblor suave, la cosa se empieza a poner más fea.

Vuelvo a mirar hacia fuera, los rascacielos frente a mi vibran. Las antenas y cables de mueven violentamente. Todo Tokio se zarandea frente a mi. En vez de parar, la fuerza del seísmo empieza a incrementar. Las cortinas golpean violentamente las ventanas. Los libros de mi escritorio se caen, mi monitor también, los cajones de las mesas de mi alrededor se abren solos. Me empiezo a asustar de verdad. De repente me doy cuenta que todos mis compañeros están escondidos debajo de sus mesas excepto nuestro vicepresidente que está de pie y nos dice con una sonrisa forzada: «Tranquilos, este edificio utiliza la última tecnología de Shimizu Corporation». No me tranquilizan nada sus palabras y no se porqué (Seguramente los nervios) me pongo de pie como él, me agarro con fuerza a mi escritorio.

El edificio lleva unos dos minutos moviéndose, el temblor se calma un poco durante unos instantes y aprovecho para salir corriendo al lounge (sala de estar) que está más cerca de las escaleras de emergencia. Nadie se mueve excepto yo, todos están debajo de sus mesas excepto el vicepresidente que sigue de pie agarrando el monitor de su ordenador. Por el camino salto por encima de dos estanterías que se han caído, dejando libros esparcidos por todos lados.

Llego al lounge (Sala de estar) donde también hay mesas y compañeros escondidos debajo de ellas. Me quedo parado de pie y siento como otra vez viene un temblor enorme, el edificio se mueve como un flan. Esta vez no me puedo mantener de pie, la fuerza del terremoto puede conmigo, no solo se mueve de lado a lado, también se mueve todo de ¡arriba hacia abajo! mis pies pierden contacto con el suelo, me siento impotente, siento pánico, siento en mi piel el poderío de nuestro planeta.

Veo las piernas de una compañera de trabajo que me gustaba hace tiempo, está escondida bajo una mesa. Mi instinto o quizás el miedo, me hace tirarme al suelo junto a ella. Ella me ve llegar, con una mano me agarra la pierna con fuerza, con la otra atrapa mi mano izquierda. Siento cierta seguridad al sentir el calor de sus manos, pero dura poco. Nos miramos a los ojos. Sus ojos brillan intensamente, su cara está más blanca de lo normal. En ese momento los dos pensamos «esto es el final». Nos agarramos con más fuerza, la abrazo, se me cierran los ojos del miedo, cada segundo se hacen eterno, llega el remate final. Nos meneamos como si estuviéramos en una montaña rusa. Incluso sentados en el suelo la vibración del edificio nos arrastra por los suelos. Ruido de libros y cosas cayendo, el agua de la pecera salta por los aires llegando a mojar incluso el techo.

Pasó lo peor, se calmó el temblor más fuerte, pero el terremoto continúa, el agua de la pecera corre por el suelo de toda la sala mojando libros que se han caído de las estanterías, todo el edificio se sigue moviendo pero cada vez menos. Abrimos los ojos, nos miramos fijamente otra vez y sonreímos. Pero al mismo tiempo que sonrío se me caen dos lágrimas. Me tiemblan las manos y la mandíbula, no lo puedo controlar. Ella está más calmada que yo, me tranquiliza diciendo que ya ha pasado lo peor, que estamos bien. Respiro hondo, me acaricia la cara con sus manos dedicándome una sonrisa de oreja a oreja. Me calmo y pienso: «Nosotros, la humanidad somos algo débil y efímero en este Universo» y ella me dice: «Pensé que iba a morir aquí contigo, no se porqué, pero sentí paz en mi interior». Se me escapan otras dos lágrimas.

Help Japan
Mañana os sigo contando más sobre mi experiencia, hasta entonces, información en tiempo real en mi Twitter

Space Invaders por las calles de Tokio

Durante los últimos meses me he encontrado con estos tres curiosos Space Invaders por las calles de Tokio. Están en lugares bastante separados, os reto a encontrarlos 😉 El más fácil de encontrar está en Shibuya cerca del Apple Store.

Space invaders in Tokyo

Space invaders in Tokyo

Space invaders in Tokyo

Teléfono móvil con forma humanoide

Docomo ha presentado un concepto de teléfono móvil con forma humanoide. Es capaz de mover la cabeza y los brazos y para llamar por teléfono tienes que “hablar” con él. Además es capaz de reconocer la cara de su dueño. Se llama Elfoid (エルフォイド) y todavía no se sabe cuando se comercializará. Simplicidad y diseño llevados al máximo, ¿os imagináis hablando por teléfono con un “Elfoid” ?

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Afición a las flores

Los japoneses son unos grandes aficionados a las flores. El idioma japonés es muy rico en vocabulario de flores y tienen aficiones como el ikebana (Arreglo floral) dedicadas exclusivamente al mundo de las flores. Son muchos los parques y jardines que tienen secciones dedicadas al cultivo de flores. Hace una semana estuve en uno de los más grandes de Tokio, esperaba encontrarme sólo con gente de edad avanzada pero había de todo.
Tenían especies de todo el mundo e incluso variedades japoneses desarrolladas en laboratorios. Unos iban con cámaras enormes, otros simplemente con el móvil y algunos superaficionados iban incluso con el bloc de notas apuntando todo tipo de detalles.

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Disfraces frikis en el maratón de Tokio

Hace unos días se celebró el maratón de Tokio, uno de los más populares del mundo, en el que participan cada año 30.000 corredores. Algunos frikis no se conformaron con correr los 42 kilómetros y ¡le añadieron más dificultad disfrazándose! Esta es una recopilación fabulosa de Un Gato Nipón con algunas de las mejores fotos de esos valerosos corredores:

Maraton

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