Be bamboo my friend

Bruce Lee dijo: «Be water my friend», este fin de semana Garr Reynolds en su presentación en TEDxTokyo dijo: «Be bamboo my friend». En esa frase, Garr resume varias de las lecciones que le ha enseñado el pueblo japonés usando como metáfora el bambú: lo que parece débil es a veces lo más fuerte, no tienes que ser grande para ser fuerte, dóblate pero no te rompas, crea unos cimientos-raíces firmes pero a la vez se flexible, tómatelo con la calma, tienes que estar siempre preparado, encuentra sabiduría en el vacío, comprometete a crecer y renovarte contínuamente (Incluso una caña de bambú de 20 metros puede crecer otro metro más), expresa tus habilidades a través de la simplicidad, usa todo tu poder para volver a la carga, si te caes 7 veces levántate ocho. En resumen: se flexible, resistente, adaptable y capaz de recuperarte con más fuerza que nunca, como el bambú.

Todas las mañanas, de camino al trabajo paso por una zona de bambús, a partir de ahora cada vez que pase por aquí me acordaré de las palabras de Garr:

Be like bamboo my friend

Aquí tenéis la fabulosa presentación completa de Garr:

«Be bamboo my friend»

Hansei – 反省

El hansei (反省) es uno de los conceptos de la cultura japonesa que más me ha costado entender en profundidad y creo que todavía me falta para realmente comprender y convivir con él como hacen los japoneses prácticamente desde que empieza su educación. Han (反) significa «cambio», «darle la vuelta a algo», «ver algo de forma diferente», y Sei (省) significa «revisar», «autoexaminarse». La traducción típica de la palabra completa hansei (反省) suele ser «reflexión» o «introspección». Todos los humanos practicamos el hansei en mayor o menor medida, veamos de qué forma lo aplica Japón en su sociedad.

La primera vez que tuve consciencia de la existencia de esta palabra fue cuando nuestro jefe nos convocó a una hansei-kai, una reunión para «hacer hansei». Busqué en el diccionario la palabra hansei, pero con el significado literal realmente no terminé de entender que iba a pasar en la supuesta reunión de «introspección».

La reunión empezó con caras largas. El jefe nos sermoneó diciéndonos que el fallo que tuvimos hace dos días fue muy grave y que no podía volver a pasar. Cuando soltó esto empecé a entender lo de la «reflexión» e «instrospección» del hansei. El caso es que, mi mentalidad «española», me hizo pensar «Si todos sabemos que fue una irresponsabilidad de Tanaka-san la que hizo caer todos los sistemas de producción, el que tiene que reflexionar sobre lo sucedido es Tanaka-san y no nosotros». Simplemente lo pensé pero no dije nada, seguramente los demás también pensaron lo mismo y también se callaron. Tanaka-san estaba sentado en una esquina de la mesa con la mirada caída, también en silencio y escuchando el sermón del jefe. Cuando terminó, el jefe nos preguntó a cada uno porqué pensábamos que habíamos fallado y qué medidas debíamos tomar para que no volviera a suceder. Todos respondimos sin mencionar a Tanaka-san, hablando sobre todo de los cambios que podríamos introducir en los procesos en los que estamos implicados todo el equipo para mejorar el control de calidad. Cuando le tocó el turno a Tanaka-san, se disculpó brevemente con un simple sumimasen asumiendo su responsabilidad y a continuación explicó en qué había fallado él y que medidas iba a tomar él para que no volviera a ocurrir. Al final de la reunión, el jefe recopiló las lecciones aprendidas en la pizarra y nos dijo que nos mandaría un email con las conclusiones y cambios que deberíamos introducir en nuestra forma de trabajo en grupo. Más tarde, nuestro jefe explicó lo ocurrido al presidente, asumió él toda la responsabilidad del fallo en nuestro equipo (Sin mencionar a Tanaka-san en ningún momento). El señor Tanaka-san nunca volvió a cometer el mismo fallo y ninguno de nosotros tampoco, gracias a la reunión de hansei-introspección-reflexión mejoramos como equipo.

Yo aprendí algo más sobre el concepto de hansei. El objetivo no era que se disculpara Tanaka-san, el objetivo tampoco era «echarle la culpa a Tanaka-san», el objetivo principal de la reunión era mejorar todos juntos, hacer kaizen. Nuestra mentalidad occidental, ante una situación similar, seguramente (Quizás generalizando demasiado) el equipo tendería a echarle la culpa de Tanaka-san y según el carácter de Tanaka-san, quizás le echaría la culpa a otro (Seguramente al que peor le caiga). Seguramente subiría la tensión en las relaciones del grupo hasta que se olvidara la sucedido o hasta que volviera a suceder lo mismo.

En nuestras culturas, influenciadas por la tradicción cristiana, tenemos inculcado desde pequeños, las ideas de culpa y pecado. Cuando hacemos algo mal, cuando nos equivocamos, el sentimiento de culpa nos atormenta y a veces no lo queremos aceptar. En cambio, Japón es una sociedad en la que el mayor temor no es la culpa, sino la vergüenza. Tanaka-san sintió vergüenza por haberle fallado al grupo, nosotros como equipo también sentimos vergüenza por haberle fallado al jefe, y el jefe sintió vergüenza por habernos fallado y por haberle fallado a la empresa.

Todos los humanos nos equivocamos, pero según nuestra personalidad y según la cultura en la que nos hemos educado nuestra primera reacción es diferente. La primera reacción de los japoneses suele ser, un profundo sentimiento vergüenza. Este sentimiento de vergüenza inicial es manejado a continuación a través de hansei, reflexión, instrospección sobre lo ocurrido, siendo plenamente consciente de lo ocurrido y compartiendo la equivocación con su grupo (Sociedad colectivista). En otras culturas lo primero que sentimos es culpa y a continuación intentamos hacer todo lo posible por ocultar nuestro fallo, para que se entere el mínimo posible de personas, intentamos «esconder la mierda, ya sea nuestra o de nuestro grupo, o incluso echarle la mierda al de al lado».

Al principio, yo no terminé de entender la profundidad del hansei, pensaba que simplemente consistía en responsabilizarse y reflexionar dándole vueltas a lo sucedido viéndolo desde muchas perspectivas. Pero realmente va más allá de la reflexión, se acerca más a la introspección y el «conocimiento de uno mismo» (Self-awareness, un concepto budista). Para conseguir «conocerse mejor a uno mismo», después de sentir vergüenza, el proceso de hansei se podría dividir en tres fases:

  • 1.- Reflexión, introspección, responsabilizarse.
  • 2.- Reconocer que hay un problema. Indentificar el origen de las diferencias entre lo que se deseaba conseguir y lo que realmente se ha conseguido.
  • 3.- Comprometerse a realizar una serie de cambios para mejorar.

Estos pasos se pueden aplicar tanto a nivel de grupo como a nivel individual. A los niños japoneses cuando hacen algo incorrecto se les regaña diciendo hansei shinasai «反省しなさい» (¡Haz hansei!). Sólo con decir eso, los niños/as ya saben en el subconsciente que deben responsabilizarse, reconocer, explicar el problema y que deben cambiar en el futuro para no volver a cometer el mismo error. No es cuestión de castigar al niño y hacerle sentir culpable, es cuestión de hacerle ver que nadie es perfecto y que siempre podemos mejorar como personas si nos lo proponemos.

Poco a poco he empezado a entender que el hansei está siempre presente, incluso cuando no hemos cometido ningún fallo. Siento que mi jefe nunca está contento del todo, siempre espera más de nosotros como equipo, siempre espera más de mi. Siempre que me alaba, lo siguiente que hace es «criticarme de forma constructiva». Me dice algo así: «Héctor, muy bien, gracias por tus esfuerzos las últimas semanas. Pero, ¿cómo lo podrías hacer mejor la próxima vez?». No es que esté enfadado, lo que quiere es conseguir que mejoremos, que seamos mejores personas, que seamos mejor equipo, que seamos mejor empresa, que seamos un Japón mejor. ¿No os recuerda un poco a películas de samuráis y mangas como Naruto o Dragon Ball en el senpai-sensei-maestro siempre exige más a sus discípulos, incluso cuando estos ya les han superado?

Seguramente al principio, cuando todavía estaba con el chip 100% español, me tocaba un poco las narices que nadie se mostrara contento del todo incluso cuando las cosas iban excepcionalmente. Ahora creo que me he acostumbrado, mis jefes están contentos en su interior pero se lo guardan, me dicen lo que me tienen que decir simplemente porque quieren más de mi y de mis compañeros.

Aunque hayamos cumplido con todas las expectativas, aunque las hayamos superado, seguramente lo podríamos haber hecho incluso mejor. A nivel de trabajo siento que nunca nadie está realmente satisfecho, la forma de actuar es bastante parecida cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal. Siempre estamos en un proceso contínuo de mejora. Si en una empresa americana se celebra con champagne cuando en un proyecto se han superado las expectativas, en una empresa japonesa también se celebra pero en muchas ocasiones también se reunirían para analizar cómo se podría haber hecho incluso mejor. Toyota es una de las empresas más rigurosas aplicando hansei. Siempre están haciendo reuniones hansei-kai ya sea porque las cosas van bien o las cosas van mal. Están contínuamente reflexionando sobre sus procesos e intentando analizar qué se puede mejorar, en Toyota dicen «No tener problemas, es un problema».

En occidente nos gusta fardar enseñando lo que hemos hecho bien. En Japón, aunque también se celebran las cosas bien hechas, se intenta casi siempre no destacar mucho y ser humildes. En occidente esperamos que nos recompensen ante un buen trabajo, ante algo bien hecho, en Japón esperas a que te digan o a que te pregunten cómo lo podrías haber hecho incluso mejor.

La experiencia es el mejor maestro, si no aprendemos de la experiencia estamos avanzando en vano. El proceso de hansei ayuda a mejorar, a aprender, a sacarle el máximo jugo a eso que llamamos «experiencia». He aprendido muchas cosas del hansei japonés, aplicándolo a mi tanto a vida personal como a mi vida laboral. Pero todavía me queda mucho camino para entenderlo plenamente, por ejemplo, aunque no sé si importa mucho, sigo sintiendo más culpa que vergüenza cuando soy yo el responsable de que algo no se realice según las expectativas del grupo.

El objetivo final del hansei es el cambio a mejor a través de un proceso de introspección, aprender más sobre uno mismo, aprender a ser mejores personas y una sociedad mejor. Ahora mismo, después del terremoto del mes pasado, Japón está viviendo un proceso de hansei a nivel nacional: gobierno, constructoras, arquitectos, TEPCO y todos ciudadanos en general. Todo Japón está viviendo el mayor hansei desde el final de la guerra.

El dragón que asciende y el dragón de desciende – 昇り龍・降り龍

En uno de los templos de Nikko el techo está lleno dragones, unos llevan una bola en una de las garras y otros no.

What my eyes saw in Japan during September 2010

Los que no tienen una bola, son los que ascienden (Nobori Ryu – 昇り龍), son los que vuelven al cielo. Los que tienen una bola en una de las garras, dice la leyenda que son mucho más poderosos. La bola, que consiguieron en el cielo, les da permiso para poder entrar en el mundo de los seres humanos, son los dragones que descienden (Kudari Ryu- 降り龍).

Esa bola que llevan los dragones que desciendien se llaman «zuitama» 瑞玉, bola de la buena fortuna, o quizás «bola de dragón» 😉 También dice la leyenda que las bolas «zuitama» ( 瑞玉 ) pueden traer buena fortuna a los humanos y también hacer realidad sus deseos.

Asu no shinwa de Taro Okamoto – 明日の神話

Taro Okamoto es uno de los artistas japoneses más importantes del siglo XX. Gran parte de su obra está en museos japoneses y también al aire libre, como por ejemplo la Torre del Sol. «El mito de mañana» (Asu no shinwa – 明日の神話) es una de sus obras más importantes, representa el la caída de la bomba atómica en Hiroshima. Es su cuadro más grande, mide 30 metros de largo, pero por alguna razón extraña resulta que se extravió durante más de 25 años. Al final fue encontrado en un almacén y fue expuesto en la estación de Shibuya desde finales del 2008.

Lo podéis ver en el pasillo que va desde la zona de las líneas de JR a las líneas de Inokashira en la estación de Shibuya:

Taro okamoto

Taro okamoto

Transitoriedad – Shogyoumujou しょぎょうむじょう 諸行無常

Una de las lecciones de vida que he aprendido de los japoneses es a no preocuparme demasiado por nada. La cultura occidental nos inculca mucho el preocuparnos por el futuro, en las culturas asiáticas he notado que la mayoría de la gente no se preocupa tanto por el futuro y se centran más en el presente y futuro cercano. Tienen una visión más transitoria de la vida, en general sienten menos apego a cosas-objetos y también quizás a personas. No quiero decir que no quieran a sus seres más cercanos, sino que saben aceptar con mayor facilidad el separarse de alguien querido que nosotros (Estoy generalizando según lo que yo he visto hasta ahora).

Japón es uno de los países menos religiosos del mundo, pero aún así, las ideas fundamentales del budismo y el sintoísmo están embebidas en la sociedad. En España también hay muchas ideas del cristianismo (Aunque no seamos creyentes) que nos son «incepcionadas» por nuestro entorno sin notarlo: nuestra educación, nuestras experiencias, hablando con gente, leyendo libros, viviendo la vida en general. Por ejemplo, una de esas ideas más arraigadas que tenemos casi los españoles, es la idea del pecado. Si eres creyente sientes mucha culpabilidad si haces algo que se supone que es malo porque Dios siempre te está mirando y aunque no creas en ningún Dios también sientes culpabilidad, de alguna forma la «idea» general de «pecado» está dentro de ti aunque no seas creyente. En las religiones y filosofías de Japón la idea de pecado es mucho más débil, pero también existe una forma de controlar que los humanos no hagan el mal, aquí se cree que si haces algo bueno a algo o a alguien, el «equilibrio del universo» te recompensará con algo bueno, pero si haces algo malo a algo o a alguien el «universo» te castigará con algo malo. Se cree en el «balance» de todo, en el ying y el yang del taoísmo. Las ideas de la mayoría de las religiones, éticas, filosofías de nuestro planeta difieren en muchos aspectos pero en otros, normalmente en los componentes fundamentales de nuestra forma de vivir, se ponen de acuerdo. La idea del pecado nos aleja de hacer el mal en occidente, la idea del ying-yang aleja a los asiáticos de hacer el mal.

Ying yang

Y vamos al grano, ¡que me estoy yendo por las ramas! Una de esas ideas fundamentales que están extendidas misteriosamente por la mente de la mayoría de japoneses y también por Asia en general es la de la transitoriedad. Es un concepto proveniente del budismo, es sánscrito se pronuncia sabbe-saMkhaaraa-aniccaa, y en japonés se utiliza la palabra Shogyoumujou しょぎょうむじょう 諸行無常. La definición en español de la palabra sería algo así como:

諸行無常 [しょぎょうむじょう: SHOGYOUMUJOU] : todas las cosas de este mundo material son transitorias

Y la palabra se puede descomponer en dos partes:

Los dos primeros kanji: 諸行 [しょぎょう: SHOGYOU] : todos los fenómenos y cosas del mundo material

Los dos últimos kanji: 無常 [むじょう: MUJOU] incertidumbre

La vida humana es un flujo continuo de experiencias, personas y cosas. Puesto que todas ellas son transitorias, intentar aferrarse con demasiada energía a algo es un empeño en vano que conduce al sufrimiento. Es una forma de aprender a aceptar el cambio continuo que nos rodea. El Shogyoumujou está presente en muchos aspectos de la forma de ser de los japoneses, en la sociedad y en sus artes. Por ejemplo:

  • El Ikebana (Arreglo floral): es algo por lo que te esfuerzas al máximo para disfrutar del camino, pero enseguida la belleza de las flores se verá diluida por el paso del tiempo
  • La obsesión que tienen los japoneses por la belleza de los fuegos artificiales es otro ejemplo de belleza que desaparece al instante
  • La ceremonia del té también es un arte, tradición, al que hay que dedicarle mucho tiempo para dominarlo pero su ejecución es algo meramente efímero
  • Los jardines de arena Zen también son frágiles y «sufren» cambio en cuanto llueve o hace viento
  • La gran afición que tienen los japoneses simplemente por ver flores, la tradición del hanami también se disfruta durante una semana y luego hay que esperar al año siguiente para que vuelva
  • Los cocineros y restaurantes japoneses, aunque sea un sitio barato, en general dedican mucho tiempo a que la presentación de la comida sea bella, aun sabiendo que esa belleza va a desaparecer en el momento en que alguien se la coma.
  • Los edificios y casas en Japón se construyen pensando que van a ser reemplazados en unos 20 o 30 años. En Japón hay muy pocos edificios de más de de 50 años. No se construye para que permanezca, se construye para que sea útil en ese momento.
  • En Japón hay muchísimas tiendas de segunda mano. En general, los japoneses no sienten tanto cariño por objetos como nosotros. Suelen deshacerse de objetos una vez dejan de serles útiles ya sea tirándolos o vendiéndolos en tiendas de segunda mano. Por ejemplo, se suelen ver muchos libros y manga por las calles. Según lo que he visto yo, en las casas japonesas hay muchos menos objetos que en nuestras casas en occidente.
  • Los interiores de las casas tradicionales japonesas tienen paredes que se pueden cambiar con libertad. El interior de la casa CAMBIA según la estación.
  • Los protagonistas en mangas y anime japoneses suelen ser mortales. Durante el transcurso del manga se suele ver la evolución de los personajes, como crecen a través de experiencias y en algunos mangas incluso mueren. En cómics americanos los héroes suelen ser inmortales y siempre se muestran en el mismo «estado de perfección», no cambian.
  • En Japón se suelen ver muchas más remodelaciones de casas, tiendas, edificios, lugares públicos que en occidente. Les da menos miedo cambiar.

Son sólo algunos ejemplos, pero podría seguir escribiendo durante horas. Por supuesto, en occidente también hay mil ejemplos de transitoriedad pero por lo general nos gusta más intentar parar el tiempo, intentar para el cambio (Que es inevitable) en vez de aceptarlo. En occidente construimos edificios para que perduren en el tiempo, nuestras casas no cambian mucho en 10 o 20 años, en nuestros museos tenemos estatuas que prácticamente no han cambiado en miles de años, cuanto más vieja la estatua y cuanto menos haya cambiado más valor tiene, lo mismo con los cuadros y el arte en general. En Japón algunos de los templos más valiosos del país fueron reconstruidos hace apenas 20 años. En occidente solemos guardar cosas, pensando que alguna vez en el futuro quizás las necesitemos, en vez de practicar arreglo floral jugamos con arcilla y creamos objetos que son más permanentes. En occidente gente de poder y/o fama desea que sus nombres permanezcan en la historia, quieren la eternidad.

He estado pensando y quizás está mentalidad de combatir al cambio, de intentar crear cosas eternas quizás venga de la cultura Egipcia y después evolucionó en Grecia. Los egipcios construyeron para la eternidad, sus templos y pirámides aguantan el paso de los milenios, sus mitos, su historia, sus faraones y sus leyendas también han sobrevivido hasta nuestros días. Los héroes griegos, sus mitos, su cultura, sus esculturas, sus templos también han sobrevivido el paso mucho tiempo. La cultura griega quería resonar en la eternidad desesperadamente y lo consiguió:

Ulises dijo:

«La humanidad está hechizada por la vastedad de la eternidad. Si nos preguntamos a nosotros mismos: ¿harán eco nuestras acciones a través de las centurias? ?¿Escucharán los hombres y mujeres del futuro nuestros nombres una vez nos hayamos ido y se preguntarán quienes fuimos, se acordarán de la bravura con la que luchamos, y la fuerza con la que amamos a nuestros cercanos?

«Si alguna vez alguien cuenta mis historia, déjales que digan que caminé con gigantes. Hombres nacen y caen como el trigo en invierno, pero estos nombres nunca morirán. Déjales que digan que viví en los tiempos de Héctor. Déjales que digan que viví en los tiempos de Aquiles»

«Esta guerra nunca será olvidada, tampoco los héroes que lucharon en ella»

En las palabras de Ulises se puede entrever cierto miedo a a ser olvidado, miedo al paso del tiempo, miedo al cambio, miedo a desaparecer de este mundo para siempre. Ulises quería ser recordado para siempre y lo consiguió.

No sólo Ulises, los seres humanos estamos programados para ser reacios al cambio, nos gusta la seguridad. Más a unos que a otros, pero nos gusta tener nuestra vida más o menos controlada y nos estresamos cuando hay demasiadas variables fuera de control. Seguramente sea algo relacionado con la evolución, cuando estamos en un entorno estable nuestro subconsciente está tranquilo porque sabe que no hay peligros, sabe que vamos a sobrevivir. Por el contrario, si afrontamos demasiados cambios a la vez sentimos riesgo y seguramente se activen en nuestro subconsciente miedos relacionados con la supervivencia de nuestros genes. Por ejemplo sentimos estrés ante una mudanza (El subconsciente se pregunta si «sobreviviremos» en el nuevo lugar), sentimos miedo ante la pérdida nuestro trabajo (El subconsciente se pregunta si «sobreviviremos» sin dinero que necesitamos para comer), sentimos miedo ante la pérdida de nuestra pareja (El subconsciente se pregunta si encontraremos la siguiente pareja ideal con la que podamos transmitir nuestros genes a las siguientes generaciones). Nuestra naturaleza, diseñada para que nuestros genes sobrevivan, es reacia al cambio, que casi siempre supone un riesgo.

Aun sabiendo que es inevitable, nos desconcierta el paso del tiempo, el cambio a nuestro alrededor, hablamos sobre lo que cambia, sentimos nostalgia, añoramos los viejos tiempos, nos gusta recordar los 70, los 80 y últimamente los 90. Por supuesto, a los japoneses también les cuesta aceptar el cambio, les gusta mucho recordar los viejos tiempos, la nostalgia es algo muy presente en la sociedad japonesa y les da mucho miedo cambiar de trabajo, pero cada vez menos. Pero por lo general, siento que aceptan con más facilidad la transitoriedad de todo lo que nos rodea, tienen el Shogyoumujou しょぎょうむじょう 諸行無常 en sus mentes. Las enseñanzas de Siddharta, de Buddha:

«Si pensamos detenidamente en el cambio, este nos enseña que debemos disfrutar de nuestras experiencias sin aferrarnos a ellas. Para disfrutarlas, para aprender lo máximo de ellas, tenemos que apreciar su intensidad al máximo en el momento presente siendo 100% conscientes de que pronto terminará y tendremos que aprovechar, disfrutar, abrazar cualquier cosa que venga después.»

«Aprender sobre el cambio nos enseña a tener esperanza. Porque el cambio está dentro de la naturaleza de las cosas, nada es fijo, ni siquiera nuestra identidad. No importa lo mala que sea la situación actual, todo es posible. Podemos hacer cualquier cosa que queramos, podemos crear cualquier mundo en el que queramos vivir y podemos convertirnos en cualquier que queramos ser.»

Fijaos en lo diferentes que son las palabras de Buddha a las de Ulises. Buddha nos anima a vivir el momento y a aceptar el flujo del tiempo, por el contrario Ulises desea permanecer en la eternidad. Irónicamente, aunque a Buddha seguramente le daba totalmente igual ser recordado en el futuro, también lo consiguió al igual que Ulises. En las palabras de Buddha también se remarca que el cambio es algo positivo porque nos da siempre esperanzas que de podemos cambiar a mejor. Mientras que las palabras de Ulises transmiten nostalgia, transmiten que el momento en el que Ulises vivió es prácticamente inmejorable «Déjales que digan que viví en los tiempos de Héctor. Déjales que digan que viví en los tiempos de Aquiles». Ulises niega el paso del tiempo, quiere congelar el que considera es el mejor momento del universo.

Ulises, obsesionado con la PERMANENCIA, diría: «¿Resonarán tus acciones a través de las centurias?
Buddha, obsesionado con la IMPERMANENCIA, diría: «Disfruta el sabor de tu experiencia del presente y sabiendo que va este presente cambiar actúa para crear felicidad a largo plazo«

Destaco «crear felicidad a largo plazo» porque muchos estaréis pensando que con tanto cambio lo suyo sería disfrutar de los placeres de la vida sin pensar en las consecuencias. Las enseñanzas de Buddha dicen totalmente lo contrario, los placeres humanos no conducen a la felicidad a largo plazo (Por ejemplo: comida deliciosa o sexo), hay que actuar pensando en construir felicidad a largo plazo, por ejemplo siendo empáticos y compasivos con la gente de tu alrededor.

El occidente también se está extendiendo últimamente la idea de aceptar transitoriedad, sobre todo en las grandes ciudades, donde la vida de la gente cambia mucho más rápido en pueblos, donde la gente cambia de casa cada dos por tres, donde la gente apenas tiene objetos en casa y simplemente van creciendo como personas a través de aprendizaje y experiencias. «Wear sunscreen» es un vídeo que incluye muchos de los conceptos fundamentales del Shogyoumujou しょぎょうむじょう 諸行無常 del Budismo:

La transitoriedad, el Shogyoumujou del universo es inevitable y conocida por todos, pero la forma de afrontarla es diferente según la cultura. En occidente intentamos desesperadamente combatir contra el cambio, mientras que en Japón se intenta aceptar ese cambio y a aprender a vivir con él. Son diferentes formas de considerar un hecho, y esa forma de considerar el hecho está en nuestras mentes, ha entrado en nuestras cabezas al haber sido educados en cierta sociedad y entorno. En mi caso, las ideas de combatir el cambio están muy arraigadas en mi mente. Aunque parezca mentira me aterra el cambio, no me gusta la incertidumbre me gusta tener controlado lo que va a pasar después. A veces me preguntó como llegué a Japón sabiendo que me aterra tanto el cambio, seguramente mis ganas de descubrir mundo fueron mucho más grandes que mi miedo al cambio.

No se si es la experiencia, que me hago mayor o el vivir con japoneses, pero poco a poco estoy aprendiendo más a aceptar el cambio y a disfrutarlo. Antes no solía tirar nada, ahora me deshago de todo en cuanto puedo, por ejemplo, cuando leo un libro lo vendo o lo regalo, sólo vivo con los objetos que necesito. En España tenía obsesión por guardar y coleccionar todo. De hecho, este blog es también una consecuencia de mi obsesión por conservar las cosas que aprendo, por combatir contra el paso del tiempo y poder recordar en el futuro lo que me sentía y vivía en el pasado. Seguramente mi afición por la fotografía también es una consecuencia de mi obsesión por parar el tiempo, por capturar momentos de mi vida. Voy aprendiendo a ACEPTAR la transitoriedad de mi vida en vez de AFRONTARLA, en vez de bloquearme ante ella intento tomar acciones, en vez de PREOCUPARME ante el cambio inminente intento DISFRUTARLO/VIVIRLO, pero todavía me falta mucho por aprender.

Aceptar el cambio de objetos y cosas de a nuestro alrededor es relativamente fácil, me ha costado pero creo que he aprendido, pero aceptar el cambio en las personas con las que convives cada día, personas a las que amas, es mucho más difícil: los amigos, los compañeros de trabajo, la familia; ya sea porque se mudan a un lugar lejano, porque las circunstancias de la vida te alejan de ellos o porque se despiden de este mundo. No se si podré aprender a aceptar este tipo de transitoriedad/Shogyoumujou en mi entorno por mucho que me esfuerce.

Lo curioso es que aunque me de miedo el cambio, una vez ha llegado el cambio a mi vida casi siempre es a mejor, nunca me he arrepentido en nada en esta vida y no creo que me arrepienta nunca de nada. ¿Y vosotros, ACEPTÁIS el cambio o lo AFRONTÁIS? ¿Os da miedo la transitoriedad continua en vuestras vidas? ¿Casi siempre vuestros cambios son a mejor o a peor?

¡Todos a aprender a disfrutar de la inevitabilidad del fluir continuo del tiempo, de la transitoriedad de cada momento!

Mujeres u hombres

¿Por cuál de las dos puertas puertas entrarías?

Onsen

La de la izquierda (La del noren de color azul) da acceso al baño de hombres. La de la derecha (Noren de color rojo) da acceso al baño de mujeres.

La mayoría de los onsen (balnearios) y sento (baños públicos) suelen utilizar los mismos colores y también está escrito el sexo en las entradas, pero sin saber japonés puede ser un problema.

Otra posiblidad es que sean baños mixtos (混浴 – こんよく: konyoku) en los que mujeres y hombres se bañan en los mismos ofuros. Aunque este tipo de baños mixtos cada vez es menos habitual y sólo se encuentran en ryoakanes muy tradicionales.

Onsen

Onsen

Onsen